Hoy me ha pasao una cosa la mar de extraordinaria: he jugado dieciocho abujeros y he acabado con la misma bola con la que empecé, una srixon ad333 recuperada de un lago americano y comprada en Decathlon en un blister de 12. Ni más más, ni más menos. ¿Qué tenéis que decir a eso, eh? ¿No es cosa de tener un DON no perder bola en un recorrido completo? Item plus, ¿Para qué compré once bolas más, si no macían farta? ¿Soy un gastópata bolero?
Ni que decir tiene que he indultado dicha bola y la colocaré en una urna de cristal antibalas con las más modernas medidas de seguridad (haces de láser y demás burumballa), dada la importancia que de seguro cobrará dicho objeto esferiforme en un futuro no muy lejano.
'¿Y cómo ha acontecido tal extraordinario sucedido, oh descomunal y nunca lo suficientemente ponderado Barri?', sin duda os preguntaréis al surgir en vuestros cerebros una chispa de inteligencia tanto tiempo esperada. Pues bien, mis queridos apollardaos, la cosa ha sido que me he ido a jugar un Torneo: el famoso y abracadabrante 'Race to Mauricio' (Colmenero), y allí ha sido donde ha sucedido todo, todito, todo...
Yo creo que la cosa ha sido estar en el campo como si no estuviera, me explico: he ido a jugar porque me inscribí al torneo. O sea, que no me movía otra motivación que la de pasar la mañana agradablemente en la verde campiña. Y claro, ya se sabe, cuando no te preocupas las cosas van saliendo.
Llevaba seis o siete hoyos, y veía que la bola seguía conmigo. 'Rara avis' la nívea esfera. Empezaba a preocuparme: 'Barri, a ti esto no te pasa nunca. Las bolas huyen temerosas antes del espeluche'. Vive Dios que asín es: llevaba una racha nefasta, ni siquiera el pescabolas me sacaba del pozo. De hecho, ayer mismo en un pichanpú perdí dos bolas, y si la memoria no me falla, el hoyo más largo tiene 109 metros.
Pues no señor: hoy no era el día de perder bolas. Así que enrodando y enrodando la partida, he acabado con la misma con la que he empezado.
Hoy, al contrario que otros días, no me he preocupado lo más mínimo por saber ni donde estaba, ni cuantos golpes llevaba, ni si los puntos alcánfor o los de sutura; He jugado cada golpe como si ese golpe fuera toda la partida. Creo que un par de veces, al embocar, he preguntado a mis compañeros: '¿Esto era un par 4 o un par 5?' En los pares 3 no ha habido lugar a tal pregunta, ya que en éste campo y esos hoyos no habían golpes ciegos, e incluso se podía divisar la bandera desde el tee.
Han habido cosas curiosas durante la partida; El hoyo 9 es un par 5 de esos que para salir del tee dejas el carro abajo y, porsiaca, coges un par de bolas no sea que la líes. Yo nunca cojo dos bolas, porque cada vez que lo hago tiro la primera FL, la pierdo o voy al agua, teniendo que jugar la segunda. Pues bien, en éste caso hemos subido el driver, la BOLA QUE MOLA, y yo.
De salida, un golpe infamante con el driver que se ha quedado en el tee de rojas. Dado que no llevaba más palos, he decidido hacer lo que un hombre que se viste por los pies tiene que hacer: zurrarle con el driver sin tee ni ná. El resultado ha sido sorprendente: el mejor empalakamiento del día, un chufo que ha volado una cantidad indecente de metros. Me planteo salir sin tee desde hoy. Nada más patear y acabar el hoyo, me he puesto a contar golpes.... ¡y he hecho el par! ¿Que quiere decir ésto? Pues claramente quiere decir que, de ser mujer, hubiese acabado el hoyo con un birdie. Ante la duda, me he echado la mano a zonas estratégicas de mi cuerpo constatando que de ginoceo, nasti de plasti.
Y así todo el rato. No había manera de perder la bolita. Un hoyo, y otro, y otro.... hasta el final.
Y me ha dado por pensar: '¿Y cómo es posible? ¿No será que has golpeado menos veces la bola y por ello la probabilidad de perderla ha caído en picado y/o, tiene esperanza matemática negativa?'
Pos eso ha debido de ser, porque además, tras la comida galáctica, el magnífico y majestuoso hecho no ha pasado desapercibido: llegado a los oídos de los organizadores del torneo, no han querido desaprovechar la ocasión y hacerse una foto conmigo. ¡Qué logro, que evento, qué efemérides!

