
Ayer fue un día especial en mi extraña trayectoria golfística. Empecé en esto hace mucho años, di unas clases, jugué en un campo unas cuantas veces y por la crueldad implícita de este deporte, y tras varios cabreos lo terminé dejando. Volví hace un par de años. Lo retomé con ganas, volví a dar clases y a comprarme un equipo nuevo. Nunca llegué a tener consistencia en el swing, alternando días buenos (los pocos) con días malos y muy malos. Daba alguna clase cuando podía y poco más. Reconociendo con humildad la complejidad que tiene el golf y asumiendo que se necesitan ingentes dosis de paciencia y de constancia continuaba dando bolas y saliendo al campo con la actitud de divertirme y perdonarme los errores. Pero a finales de verano de 2007 me entró una pájara y empezó precisamente en el hierro 7 y de ahí para abajo hasta el pw.


La bola salió recta y limpia. Puse otra bola, volví a medir la distancia. Puñetazo al hombro. Cabeza quieta. La bola sale con el hierro 7 a una distancia inusitada.
Seguí dando bolas, puesto que aquello era el despiporre. Hubo un momento que la sensación de giro y la confianza eran tan avasalladoras que daba igual que cogiera el 9, el 7, el 6 o el Pw o que la diera desde el tee de goma o desde la alfombra. De cada 10 bolas 9 eran buenas. Que momentos más maravillosos. Fue como descubrir un oasis después de una travesía del desierto infame y terrorífica. Cuando llegué a casa pensé: ”Nunca olvides que este día tuviste el swing”. Si una vez lo tuviste demuestra que tu cuerpo y tu mente son capaces de reproducirlo si se dan las circunstancias adecuadas. No es magia. No depende tanto de un profesor. No hay que estar 10 años practicando para lograrlo. ¿Cuáles son esas condiciones? Y traté de pensar en una lista de prioridades para recordar en el futuro y sacar una lección y una moraleja de esta experiencia. De mayor a menor importancia: 1) Stance adecuado: suela del palo tocando toda ella la superficie y cogiendo entonces el grip. 2) Distancia del cuerpo al palo: tengo tendencia a ponerme demasiado encima de la bola con los hierros más cortos, hay que separarse más y trasladar la distancia proporcional de las maderas. 3) Puñetazo al hombro derecho. Esta es la clave, la piedra filosofal del swing, el alfa y el omega. El resto de componentes dependen en gran medida de esto y van concatenados como fichas de dominó. Empezar con el giro adecuado del hombro, provoca el plano adecuado de la subida del palo, impide que bascules, subes el palo lo justo y con el ritmo, velocidad y timing adecuados, la cara del palo llega cuadrada y la das limpia y con distancia. 4) Cabeza quieta. 5) Empezar el back swing despacio 6) Tener la sensación de que el palo empieza a ganar velocidad cuando llega a la bola y no antes. Esto hace que se pase el palo sin acelerarse, barriendo la bola 7) Para nota: rodar antebrazo derecho sobre el izquierdo y terminar bien el follow.

Pero como sólo se puede pensar en una o dos cosas como mucho al hacer el swing, creo que sólo con pensar en el giro del hombro (puñetazo) el resto de componentes permanecen más inconscientes y se automatizan.
Lo más jod... de esto es que quizá vaya mañana a dar bolas y no de ni una, o lo haga bien con los hierros y empiece a pinchar con las maderas.
