por JotaR » Mié Oct 05, 2011 9:08 pm
Mi mujer, motor de mi existencia y motivo de mi alegría, quede constancia de antemano, tiene un acusado grado de intolerancia hacia lo que ella denomina "cosas fuera de su sitio". Sin duda es otra de esas cosas en la que somos complementarios, dado que a mi no me ocurre en absoluto. En dicha categoría de objetos desubicados se incluyen zapatos en el cuarto de baño, papeles esparcidos en la mesa del ordenador y chaquetas encima de la cama. Yo convivo con ello intentando minimizar sus reprimendas ante estas situaciones con pequeños trucos como bromas, oportunas distracciones o desvíos de la conversación. Bueno, en realidad lo único que funciona es cuando "pongo esas cosas en su sitio".
¿Y qué tiene que ver todo esto con el leitmotiv del foro? Pues que al cabo de poco tiempo de convivencia, aquella bolsa de palos con trípode que intentaba pasar desapercibida en la esquina de la habitación del fondo acabó siendo incluída en esa lista maldita de cosas a ordenar. Las negociaciones sobre la conveniencia de mantenerla en su ubicación resultaron infructuosas. De hecho creo que llamar a eso negociaciones es un claro exceso linguístico. Ni siquiera el argumento último que lancé, aduciendo que el color de la bolsa casaba perfectamente con la decoración de las paredes sirvió para nada. Y para no mentir, la verdad es que no tengo ni idea de si realmente casaba, fue un disparo al aire. Así que, a falta de otras alternativas, la bolsa acabó en el maletero del coche. En fin, era mi viejo juego de palos Wilson Pro Staff decatlonianos del año 2002, tampoco eran gran cosa. Allí pasaban sus días, haciéndose uno con la lechuga iceberg y el pack de 8 yogures los días de compra quincenal, siendo sepultados por bolsas y maletas en los viajes y soportando el trasiego de entrada y salida con dignidad y estoicismo.
Mas hete aquí que hace poco renové mi equipamiento y, si bien dista mucho de ser el de un profesional, sí me produce cierto dolor de corazón ver mis nuevos palos sometidos a esas condiciones. Con el agravante de añadir un nuevo driver que me hace sufrir en la cancha y me hace sufrir al meterlo en el maletero, ya que no hay manera que encaje. Una solución es dejar abatido un asiento, en cuyo caso parezco hacer alarde de mi condición de practicante de este bello deporte, cosa que me provoca cierto pudor dado que soy consciente de mi paquetez. Pero, sobre todo, no me satisface dejar expuestas mis pertenencias golfísticas a los amigos de lo ajeno, hermandad que últimamente ha crecido mucho en número, ya que no quisiera que cambiasen de dueño.
Lanzo al aire mi pregunta, cual participante de consultorio radiofónico nocturno, ¿Alguien se ha visto en situación semejante? ¿Alguien puede darme algún consejo al respecto?
(Me surje la duda de la ubicación de este post, no lo he puesto en material, puesto que el material ya lo tengo, lo que no tengo es sitio. Lo de batallitas parece cuadrar un poco más por aquello de la batalla perdida en su día...)