Bueno, no exactamente. El caso es que esta mañana teníamos planeada mañana de golf en Meaztegi. Día perfecto, claros y nubes, unos 16-18º y una ligera brisa.
Pues resulta que justo cuando vamos a salir, mi compañero hace un mal gesto y se queda clavado con lumbalgia. Yo me uno a la partida anterior y voy jugando medianamente bien hasta el hoyo 12. A partir de ahí, mis compañeros de partida se marchan por compromisos familiares según dicen, y durante un momento me quedo pensando si seguir yo solo o no. Veréis, mi mayor temor al jugar solo es que empiece a perder bolas a mansalva, y que no sepa ni para dónde van. Al final me he decidido a jugar, ya que además no tenía nadie detrás y la partida de delante estaba a distancia.
Bueno pues no solo no he perdido ni una sola bola sino que además he jugado como nunca, de lo más relajado.
Definitivamente es una experiencia que repetiré.