Como algunos habréis leído, hace unas semanas toque el fondo de mi, aun corta, vida golfística. Aunque ya tenía planificadas varias clases con el Pro de mi club, este hecho me convenció de su necesidad.
Pues bien, una única clase me ha servido para mejorar aspectos de mi swing: grip, posición, ángulo de ataque y giro-desgiro de caderas, que hacía que mis bolas con las maderas e hierros largos hicieran vuelo rasante, o que diera bolas excesivamente pesadas.
Una sola clase, y aun me quedan unas cuantas de un bono, me han permitido el poder utilizar el drive (antes sólo salía con madera 3) de manera más o menos consistente y con buenas distancias, dentro de lo matraco que soy. Mis hierros largos ahora tienen un vuelo adecuado y, en general, he ganado entre 10-15 metros de distancia con cada palo (lo cual es ahora mismo otro problema). Todo esto hace que ahora el campo pueda verlo de una manera totalmente diferente, dándome muchas más opciones de GIR que antes.
En definitiva, y a lo que iba esto, creo que muchas veces no le damos a las clases con un Pro la importancia que tiene. Nos dedicamos a jugar y, algunos, a tirar desde alfombrilla, sin considerar aquello que hacemos mal y que impide ser consistentes; vamos modificando nuestro swing para ir adaptándonos a lo más cómodo para nosotros, y que no siempre es lo mejor.
En ocasiones, cambiamos de palos para lograr aquello que no conseguimos con el swing, sin pensar que ese dinero invertido en clases seguro que nos permitiría mejorar muchísimo más.
Un saludo.