—Qué raro... Si no espero a nadie. Algún vecino despistado, seguramente.
Me dirijo diligentemente a la puerta y cometo el error de no mirar por la mirilla... Ese sencillo gesto me habría evitado muchos

—Tú... No te atreverás... Ni se te ocurra...
Y esas son las últimas palabras que fui capaz de pronunciar... Según caía al suelo, mientras la consciencia se me iba escapando, vi su gesto sonriente y acerté a ver el arma improvisada con la que me había golpeado: la cabeza de un driver, también familiar... un Sumo SQ2, el torpe y escandaloso remedo de driver que llevo desde hace unos meses en la bolsa...
Seguramente os preguntéis quién fue mi agresor... Como bien sabréis, la figura del "gemelo malvado" es un recurso habitual en todo tipo de obras artísticas, especialmente en cine o literatura... ¿Quién no recuerda al hombre de la máscara de hierro, o a los escalofriantes ginecólogos de Inseparables, de Cronenberg? Pues sí, señores, yo también tengo un gemelo malvado.... Aunque quizá debería ser más concreto: yo no tengo un gemelo malo... mi gemelo es ¡MALO DE COJONES!
Al día siguiente, en lugar de partir hacia Lerma para jugar mi enfrentamiento con Pointer, me desperté atado y amordazado en el sillón del salón, y no tuve la más mínima oportunidad de avisar a mis compañeros de equipo para que interceptaran al usurpador y lo arrojaran al mar de Lerma, que es donde se merece estar.
Al cabo de las horas, mi sosias apareció por casa con una sonrisa de oreja a oreja, con el claro gesto de satisfacción del que ha cumplido con su deber... Por lo visto, no se había limitado a alcanzar su oscuro objetivo de arrastrar mi reputación golfística por el fango (por lo visto, se las había apañado para perder 5&4 contra Pointer), sino que luego se atrevió también a echar por tierra mi fama de gran jugador de mus y consiguió embarcar a Recluta en un viaje sin retorno hacia una derrota tras otra con las cartas... Todo esto me lo contó como si tal cosa, mientras mis gritos de indignación se quedaban atrapados en la mordaza...
—No sufras por el golf, Óscar. Nunca has tenido ni ***** idea, así que tampoco he tenido que hacer muchos esfuerzos para cargarme tu inexistente reputación... Además, sospecho que yo les caigo mejor que tú, estrellita mediática de los cojones, así que procura que no me entere de los futuros saraos golfísticos, porque no pienso perderme ni uno. Veo por tu gesto compungido que esto no te ha sentado nada bien, pero deberías estar contento, ya que hay un aspecto de tu vida en el que te he hecho mejorar al sustituirte: tu mujer está encantada con el cambio...
Y dicho esto salió por la puerta. Y allí me quedé, intentando zafarme de las ataduras, algo que conseguí al cabo del tiempo. Tras librarme de ellas descubrí que, a modo de colofón, mi gemelo MDC había redactado una especie de seudocrónica del partido, prueba irrefutable de que no tuve nada que ver en el desastre golfístico del sábado por la mañana... Más adelante me pondré a transcribirla y la colgaré por aquí, pero recordad que quien habla no soy yo...
