

Siempre he tenido una relación de amor-odio con este campo.
Amor, porque es el primer campo que he pisado en la zona que es ahora mi residencia. Amor, porque es un campo precioso, con mucha variedad de hoyos, que piden muchos tipos de golpes exigentes, que te reta constantemente y es lo que más me gusta. Amor, porque también es un campo con un entorno muy bonito para el ojo, con sus palmeras, sus puentes de madera, sus arboles de todo tipo, al punto que muchos recién casados van allí hacerse fotos de boda (incluso servidor)...
Pero también odio porque estos tan bonitos arboles, palmeras, rías, etc... están allí para recordarte cada instante lo que paquete que eres cuando cometes un pequeño error. Odio porque el lobo disfrazado de cordero no paraba de comerme al final. Odio porque nunca me había sido posible jugar bajo par (el par mio eh!). Muy a menudo me acerque, pero nunca lo conseguí.
Hasta ayer.
Unos cambios de swing que ya portaban sus frutos en sensaciones/calidad de juego a pesar de 3 ultimas subidas en torneo, un cambio de material y unas vacaciones cargadas de fabadas/cidras/chorizos y otros productos dignos de una buena dieta de campeón me han ayudado a jugar ayer nada menos de 8 bajo mi par para terminar ganando la Final del Camaleón! Y sobre todo con la bajada de hándicap correspondiente!

Fin de la maldición!

(Por lo menos hasta que el campo me vuelva a colocarme en mi sitio...
