Voy a tener que hablar con Locar y con Alanch a ver si montamos una asociación de damnificados… No sé, como las madres de Mayo, pero en plan golfístico, aunque la foto de los tres flaquitos con un pañuelo blanco en la cabeza creo que bastaría para mandar a nuestros rivales al hospital con las tripas descogorciadas de la risa.
Bueno, pasemos al relato de los hechos. Siento haber tardado, pero he tenido un reencuentro con la realidad laboral un poco brusco y no he parado desde el lunes.
En primer lugar, el apartado correspondiente de parabienes y felicitaciones. A los organizadores por la gran idea del pack multiaventura: el final con la barbacoa es cojonudo y yo estaría dispuesto a ir a donde fuera para vivir un final de torneo como el de Aldeamayor; a mis compañeros de juego (Trastolillo, Walterio, Roquet), por hacer que la partida fuera una maravilla; a mis compis bucas por defender el fuerte y retener el título; y a nuestros rivales corsarios, por su bravura y las narices que le echaron hasta el último putt. Y después de la limpieza de sables, vamos con lo importante.
En la vuelta de prácticas las sensaciones fueron funestas y me forré inmisericordemente. Pese a todo, iba con bastantes esperanzas pese al rival (Roquet es muy duro en match y era el cuarto más favorito de su equipo), porque llevo mesecito y medio en plan Jekyll y Hyde, forrándome un día y haciendo grandes tarjetas al siguiente. El día del torneo, tras chipear un poquito y calentar (gracias, Robin, por el cacharro para el antebrazo), voy hacia el tee del 1 y me encuentro a todos los hooligans con los dientes afilados y muchas ganas de cachondeo. Pese a la apariencia de normalidad, el estómago decide anudarse y pretendo engañarlo saludando al personal y hablando con unos y otros. Salen Walterio (regular) y Trasto (bien) y me toca ponerme a la bola. El día anterior me había comido el árbol alto de la derecha con el drive, así que me encomiendo a todos los santos del cielo y cojo la madera tres para intentar jugar un poco más por la izquierda. Comienza la partida.
Hoyo 1. Par 5 de 463 metros.
Con el cerebro al borde de la anoxia (nota pedante: falta de oxígeno) y las canillas bailando espontáneamente el twist, me pongo a la bola y le sacudo un buen mandoble con la madera 3 que sale alta, sobrevuela el búnker de la derecha y queda en mitad de calle. Pese a la sorpresa por lo que había acabado de vivir, me vuelvo sonriente y cierro el puño para animar a mis compis bucas en un gesto entre patético y heroico, no sabría deciros. Roquet decide darme cuartelillo y tira una bola abierta que toca el árbol pero pasa la ría. De segundo, Roquet sigue por la derecha y de tercero encuentra calle. Yo pego un hierrito a colocar y encuentro el centro de green de tercero con un hierro 9. Roquet, de cuarto, se queda por la izquierda de bandera, a su altura, y los dos hacemos dos pats (los suyos más meritorios), él para bogey y yo para par. Me pongo uno arriba.
Hoyo 2. Par 4 de 246 metros.
Pego un híbrido que cierra por la derecha del búnker y se queda en el rough de la derecha, aparentemente bien colocada. Roquet abre su driver y se va más a la derecha, al otro lado del camino. De segundo, parece que va a alcanzar la zona frontal de green pero finalmente sale por la izquierda. Yo llego a la bola y está colocada en un agujerito del rough, mala leche. Apenas tengo 50 metros a green, así que cojo el 60º e intento atacar a la bola más directo para no hacer un mierdigolpe: para mi horror, consigo pegarle de lleno y me vuelo el green hasta acabar en el obstáculo. Roquet se deja trabajo tras su approach y no mete el pat para par, mientras que yo consigo un buen golpe después de visitar el agua. Me queda un pat de algo más de dos metros cuesta abajo, pero se me escapa por la izquierda y firmo el DB. Como dirían Faemino y Cansado, me queda cierto saborcillo acíbar porque parecía que tenía el hoyo dominado tras la salida. All square.
Hoyo 3. Par 4 de 334 metros.
Roquet vuelve a apiadarse de mí y la manda al obstáculo de la derecha. Visto lo visto, yo tiro un cerrojazo cobarde a la esquina izquierda que se enreda en el rough y corre poco. De tercero, él se queda todavía bastante corto de green y yo decido jugar con cabeza el hoyo. Tiro un gap a calle y luego un SW a green. Gano el hoyo con bogey, pues él hace approach y dos pats desde su posición. 1 arriba yo.
Hoyo 4. Par 3 de 178 metros.
Pego un híbrido que cierra y acaba en el búnker, mientras que Roquet se va un pelín por la derecha. La pego pesada en el búnker, y de tercero, como no podía ser de otro modo, le doy directa y me cruzo el green. Roquet me da cierto cuartelillo al quedarse lejos de segundo, pero yo sigo empeñado en perder el hoyo y mi approach de vuelta es muy deficiente. Le concedo el hoyo tras no embocar el doble bogey. All square y los fantasmas empiezan a aparecer.
Hoyo 5. Par 4 de 301 metros.
Roquet empieza a afinar las salidas y mete su drive en calle. Yo la cierro en exceso con el híbrido y me voy al obstáculo de la izquierda. De tercero la meto en green, pero él coge GIR y no perdona haciendo el par con dos pats, pese a que yo había conseguido salvar el bogey. 1 abajo.
Hoyo 6. Par 3 de 158 metros.
Roquet se va al agua frontal y yo me pongo a la bola pensando que solo tengo que ponerla en juego. Después del inevitable socket, aún me quedan 100 metros para entrar en green

Hoyo 7. Par 4 de 393 metros.
Roquet vuelve a coger calle y yo me voy junto al TER de la izquierda. La bola parece estar bien, aunque está rodeada de unas ramitas, y la cago en el segundo golpe. De tercero me sigo quedando corto, mientras que Roquet va por calle y deja su tercero en green sin problemas. No acierto con el approach y Roquet salva el bogey. 1 abajo otra vez.
Hoyo 8. Par 4 de 328 metros.
El hoyo anterior me ha dejado tocado porque he pifiado un par de golpes, y en la salida pego un rabazo infame que se va al rough alto anterior a la calle. Roquet vuelve a dar otra buena salida, pero yo tengo que jugar un hierro 7 a colocar porque mi bola apenas se ve. Con la obligación de meterme en green de tercero para incordiar, cierro la bola de más y me voy al búnker frontal. La sacada no es una maravilla, y Roquet consigue hacer approach y putt para salvar un gran par. 2 abajo y la mosca se instala cómodamente detrás de mi oreja.
Hoyo 9. Par 4 de 306 metros.
Roquet pega una buena salida que se queda por la derecha de la calle, no muy lejos del obstáculo de agua. Yo intento exorcizar todos mis demonios y pego una buena madera 3 cerrando una pizca que me deja en mitad de la calle. Roquet me vuelve a abrir la puerta y la tira al agua de segundo, mientras que yo pego mi mejor golpe del día, animado por el gran hierro que había pegado previamente Walterio, y la dejo dada con el gap wedge. Roquet no alcanza green de cuatro y me concede el birdie, que estaba a menos de un palmo de bandera. 1 abajo. Espanto a los demonios y a la mosca y pienso que todavía puedo encarrilar la vuelta.
Hoyo 10. Par 3 de 175 m, más o menos (son 195 pero estaban las barras adelantadas)
Me pongo a pensar que el búnker frontal no es mal sitio, que si tengo que comprar un sofá nuevo, que la oferta del iPlus no está mal, que qué bien nos lo pasamos en estos saraos, que qué graciosas son las pollas de agua, y pego un rabazo infame. No sé por qué, la verdad. Roquet, con criterio y vista mi exhibición, decide jugar corto. De segundo tengo un hierro 9 desde el rough, que toco bien pero me llevo a la derecha del green. Roquet pega un 60º majestuoso que deja dada para par y yo le concedo el hoyo después de no embocar mi approach para par. 2 abajo, ya hemos vuelto a las andadas.
Hoyo 11. Par 4 de 383 metros.
Creo que Roquet se fue al OAL de la derecha, pero no lo recuerdo a ciencia cierta. Yo pego una maderita que me deja a 180 metros de green, por la derecha. Visto que llevo ventaja en el hoyo y que estoy a tomar por saco, decido jugar un PW a colocar para buscar el par con el tercer golpe. Roquet no alcanza el green de tres y yo hago approach y dos pats para llevarme el hoyo con bogey. 1 abajo, mientras hay vida hay esperanza, la fe mueve montañas y esas cosas que se dicen.
Hoyo 12. Par 3 de 194 metros.
Decido jugar a colocar con un hierro 9, pero mi original concepto de tirar a colocar me lleva a “colocar” la bola por la izquierda, en un montículo, en el rough y detrás de unos arbolitos que me dificultan el tiro de narices. Roquet vuelve a jugar un hierro a calle estupendo, como en el 10. A mí me quedan 80 metros, tengo que abrir la cara del palo a lo bestia para superar los árboles y tengo que meter bien las manos por el rough. Pese a todo, no pego mal golpe, aunque le falta un metrito para alcanzar el green. La bola se queda enredada justo en el borde del obstáculo. Roquet, con tranquilidad y a lo suyo, la mete en green sin problemas, pero yo tengo un tiro peliagudo y en equilibrio. Quiero que la bola salga y la toco más fuerte de lo normal, con lo que me subo al piano del centro de green. Mi intento heroico de bogey se queda colgando del hoyo y Roquet hace dos pats para llevarse el hoyo con bogey. Me pongo 2 abajo, maravillado por mi capacidad de gestión del campo.
Hoyo 13. Par 4 de 272 metros.
Roquet se queda algo corto en la salida y por la izquierda, y yo pego un híbrido un poco pesado pero que va al centro de calle. Roquet no coge green y yo sí. Fallo el pat para birdie pero gano el hoyo con par. 1 abajo. ¡Vamos, buca, cojones!
Hoyo 14. Par 4 de 291 metros.
El día anterior me había complicado la vida con la madera 3, así que decido coger el híbrido. No obstante, pego un cerrojazo excesivo y mi bola se queda muy corta y muerta en rough, por la izquierda. Roquet sale bien, por la derecha de la calle. Llego a la bola y está muy corta pero más o menos bien colocada, en el rough. Como dicen los yanquis, es un momento de “make or break”: o acertaba y metía presión o tiraba el partido. Cojo un hierro 6, renuncio a mi ateísmo para encomendarme a todos los santos del cielo y pego un gran golpe que vuela el obstáculo, libra el búnker y se queda a entrada de green, por la derecha. Roquet decide apiadarse de mí y la manda al agua de segundo, y luego tampoco coge green de cuatro. Yo hago approach y pat y hago mi segundo par consecutivo. All square.
Hoyo 15. Par 4 de 295 metros.
Con la adrenalina de los dos hoyos anteriores, me pongo a la bola y le pego una chufa considerable a la madera 3… con consecuencias funestas. Abro la primera bola del día y me voy al obstáculo de la derecha. Roquet está en calle, sin mayores problemas. Yo me veo obligado a droparme en el camino de piedrecitas y no cojo green de tres, con lo que el hoyo se me pone muy cuesta arriba. Roquet no se lía y salva el cinco que le vale para ganar el hoyo. 1 abajo. Como dice gráficamente un amiguete mío cuando se caga, parece que el muñequito asoma la cabeza.

Hoyo 16. Par 4 de 287 metros.
Roquet se va al rough de la derecha y parece que no tiene la bola muy bien. Yo pego una buena madera 3 cerrando una pizca por la izquierda de la calle. Roquet se pasa de green y se va por la izquierda de segundo, y yo pego un SW perfecto que queda a dos metros de bandera por la derecha. Roquet no consigue recuperar desde una posición difícil y yo no emboco el birdie, pero me llevo el hoyo con par. All square y todo por decidir.
Hoyo 17. Par 5 de 463 metros.
“¡Venga, va, pega una buena salida y mete presión! ¡Tío, céntrate que quedan dos hoyos! Juer, qué rica estaba la cervecita con limón… ¿Habrá más al acabar? Anda, me parece ver a Reve allí en la calle… ¿Molará Malditos Bastardos? La leche, al final vamos a tener que cambiar el sofá… Coño, ¿qué hago con un palo de golf en la mano? ¿Y esa bola blanca?”
Todo esto, en lenguaje golfístico, se traduce en: rabazo al obstáculo, rabazo al rough, hierro a calle, hierro al obstáculo, hierro a búnker, mala sacada y hoyo concedido. Evidentemente el relato de los hechos está exagerado, pero lo cierto es que se me fue la cabeza en el peor momento del partido y cuando venía remontando, supongo que fruto de la presión. 1 abajo. Tanto nadar para morir en la orilla…
Hoyo 18. Par 4 de 302 metros.
Roquet pega una buena salida por la derecha y yo no sé qué hacer con mi vida. El día anterior había jugado el hoyo de libro: madera 3 a calle, gap y dos pats, pero me veo obligado a ganar el hoyo y traiciono mis principios. Cojo el driver, pese a que solo había pegado uno en toda la mañana, y aparece el fallo que suele asomar cuando estoy bajo presión: hook a los árboles de la izquierda. Llego a la bola y tengo un tiro horrible, de más de cien metros, sin escapatoria por arriba, y con un hueco de apenas tres metros entre los árboles hasta el búnker frontal. Roquet juega su segundo y se queda corto de green, pero en buena posición. El par lo tiene accesible y el bogey, seguro. Decido ir a por todas, cojo un hierro 5 para sacar una bola a un par de metros del suelo y la bola sale muy bien de línea pero no está del todo bien tocada se queda corta, en unos matojos delante de búnker. Tengo que sacar el cuatro como sea, pero la bola está fatal… Meto el 60º con todas mis ganas pero me quedo en el rough de entrada, y para más INRI pifo el approach. Tras un último pat desesperado concedo el hoyo y el partido. 2 abajo, la historia de mi vida.
Una vez más, quiero felicitar a Roquet por su solidez y su capacidad para salir de los malos momentos: pese a los tropezones, siempre encontraba recursos para salir adelante y para acabar imponiéndose. Tengo que aprender mucho de su fortaleza mental en match. Y de lo mío, qué podemos agregar que no se haya dicho ya… La verdad es que llegaba con muchas ganas y estaba convencido de que podía dar guerra, y más después de mis dos primeros triunfos en los TGG inmediatamente anteriores, pero me vine abajo cual castillo de naipes en los dos últimos hoyos. Menos mal que al final mis compañeros enderezaron el rumbo de la nave buca, porque se me quedó un mal cuerpo (es decir, peor cuerpo del que ya tengo “de serie”).
