Llegó el momento de cerrar capítulo, de rememorar hazañas y lamentables actuaciones, de glosar mi periplo golfístico anual. Este año, por ser el primero, ha sido muy importante: de su resultado dependía el continuar con el juego del glof o cambiar a un entretenimiento para el cual estuviese más dotado.... fuera cual fuera o fuese, ustedes vuzotro ya me entendéis.
Afortunadamente para el mundo del glof, permaneceré entre vosotros tal cual me deseáis: como faro y guía, espejo en el cual miraros y literato frustrado a tiempo parcial sin remuneración pecuniaria alguna. Las cosas han ido bien.
En enero pasado me dieron el papel jandicar que me ha permitido perpetrar mis tropelías legalmente durante todo el año 2010, para alegría de los topos que han visto facilitado su trabajo en numerosísimas ocasiones. A día de hoy, cierto es, tengo a éstos simpáticos roedores muy abandonados y me centro más en la decoración de interiores acuáticos, adscrito a una corriente del minimalismo que utiliza esferas blancas en sus creaciones artísticas.
El análisis matemático estadístico (inferencial) lo dejaremos para mañana o pasado, ya que hasta el rabo todo es toro y mañana día 31 juego un torneo; Pasemos revista al terreno de lo discutible, opinable de las impresiones, de lo humano y lo divino, del sexo de los ángeles de San Rafael y otras cuestiones atléticas de Madrid.
Lo primero que me ha dado el juego del glof éste año son relaciones asexuales, por mucho que haya quien se ha empeñado hasta el hartazgo en arrojar pastillas de jabón a mis pies mientras me duchaba. Relaciones asexuales todas: la cosa ha sido más bien de relacionarse intelectualmente en plan logia masónica, rollo club Bildelberg o incluso, illuminati. Gracias a ello, mi fortuna personal estimada en varios millones de rupias ha crecido exponencialmente. Todo gracias al glof.
Lo cierto es que he pasado muy buenos ratos de risas y conversaciones que, al fin y al cabo, es lo mejor que te llevas de ésto. Suerte he tenido mucha, porque desde el mismísimo principio la galaxia mediterránea me acogió en su mórbido seno del cual he mamado hasta el reventón: gracias a todos por aguantarme, aún siendo un ser maravilloso y superior, entiendo y valoro vuestro esfuerzo.
Aunque los aspectos técnicos van en una segunda parte, como interesante inciso debo hacer notar queme enamoré deste juego el día que vi a un operario hacer un abujero en un grin con un sacacorchos o sacabocaos gigante y colocar la bandera para, acto seguido, tapar el anterior abujero en uso. Semejante visión me dejó perplejo... 'qué cosas hacemos los mecánicos', me dije.
Quiero deciros algo, pollakos y fauna aviar: como he reconocido en varias ocasiones, siempre vi éste juego como un asunto de abuelakos y gente blanda, poco viril, de gente 'osea'... después abracé una concepción romántica del mismo, de damas y caballeros, paladines y doncellas, de flemáticos e imperturbables seres inasequibles al desaliento; Pues bien, queridos, otra vez un craso error: nada nuevo bajo el sol, el perfil del jugador de golf es exactamente el mismo que el del ser humano usuario de la seguridad social, del comprador de cupones de la once o del jubilado que dedica su tiempo a mirar obras en construcción, esto es, vulgo vulgaris.
Item plus: el mamoneo reinante me lleva a plantearme el juego o más bien a reafirmarme en la idea de que somos el campo y yo. O yo y el campo, por poner por delante al burro. Como me recrimina en ocasiones mi querido Patricio, 'Barri, tú como siempre, a tu ***** bola'. Pozí, mariamparo, el romanticismo lo dejaré para el rugby de hace 20 años. No es que me

El año que viene, espero jugar menos. Mucho menos si es posible, lo cual querrá decir que tengo más trabajo y que la unidad político-administrativa llamada 'España' no se ha ido al garete definitivamente, y yo con ella: ironías del destino. En cualquier caso, ya estoy trazando un plan que contempla volver a los orígenes, cuando iba con un bocata a tirar bolas a la hora de comer y conseguí éste tipito jerezando que es la envidia de propios y extraños. Tecnificación dos/tres días y 18 hoyos a la semana, con ejercicios específicos para todo tipo de juego. Además, todos los torneos que pueda jugar, a cascoporro.
'Juega la bola ande esté y como te lancuentres', díjole.