utopos escribió:Pues eso no ha sido nada. A mí el otro día me abordó uno que tenía ojos de chiflado, de esos que fuman drogas y no saben mearla. Pues el caso es que empezó a perseguirme por ahí diciendo que yo era el espíritu del golf o no sé qué carajos. Total que el pollo venga a preguntarme por el secreto del golf y yo venga a decirle chorradas como pianos. Y el tío que no paraba y yo queriéndome ir, así que le dije: "Bueno, majete, yo me voy marchando que empieza a chispear..." Se puso como loco a dar saltos y brincos, gritando a los cuatro alientos que eso era, "el chispeo, el chispeo" decía. Total que estaba cogiendo las de Villadiego cuando el muy mamón me asaltó por detrás, me redujo y me metió en la parte de atrás del bugie que tenía con las lunas tintadas.
Cuando me quitó la venda de los ojos me encontraba en lo que debía ser el garaje de una casa. El tío loco me había puesto unas gafas de plástico y un bigote, como si fuera Groucho y me estaba grabando con una vídeo cámara. En un principio pensaba que era una snuff movie, pero luego me di cuenta de que nó, que era algo mucho, mucho más retorcido. El tío se debía creer el Jibsaw (el de la película de Saw) y me dio a entender que si quería salir de allí tenía que meter diez bolas seguidas en lo que debía ser el cesto de la ropa interior de alguien. Por momentos pensé que de allí no salía.
En resumen, que me pongo a tirar bolas, con los nervios a flor de piel de gallina y la cosa empezó a ir bien, hasta que fallé dos bolas. Empecé a rezar lo que buenamente pude, pensando en todas las cosas que no iba a poder hacer en mi vida (a qué mujeres no me iba a poder cepillar y aquellos campos a los que nunca podría ir) y decidido a dejar este mundo de la mejor manera posible, cuando el tío me dijo, para mi sorpresa, que no pasaba nada, que volviera a tirar las dos bolas que no había entrado. Una segunda oportunidad, que por supuesto no desaproveché. El tío se puso tan contento y emotivo, a pesar de las incoherentes palabras sobre que el vídeo iba a enseñar a unos de una galaxia de no sé qué (¡zumbao!), que no me atreví a arrearle con el palo para salvar mi vida. El caso es que me me volvió a llevar al campo de nuevo y en cuanto se despistó, salí pitando de allí como pude.
Ahora no sé si denunciarle o no, pero de lo que estoy seguro es de que cada día hay más y más locos interesados por esto del Golf.
Todavía me tiemblan las manos cuando esto cerca del green y no sé si algún día podré superarlo.
He aquí la verdad
