Si solo se toma como referencia la posición de la cabeza, pienso que se está despreciando un eje. El "EJE". Un plano gira mejor sobre un eje que sobre un punto.
Si se toma el swing como un tránsito entre varias posiciones para matener un plano, (en la terminologia clásica anglosajona: stance, backswing, downswing, follow...) centrar la responsabilidad en el mantenimiento de las articulaciones y músculos del cuello puede ser insuficiente. No lo es considerarlo un "síntoma". La clave es mucho más compleja y simple a la vez. El EJE citado se extiende, si, desde las vértebras del cuello, hasta las lumbares. Un EJE sobre el que cada jugador encuentra su
TRÁNSITO, más o menos curvlíineo, más o menos rectilíneo.
Sin entrar en materia fundamental de tempo y ritmo, ese EJE vertebral que sostiene todas las palancas en movimiento requiere dos puntos que definan sus extremos determinando los límites del TRÁNSITO: el cuello, que se evidencia por la posición de la cabeza, y algún punto de la columna lúmbar (cada cual allá con sus calcificaciones), que lo canta el desplazamiento de caderas. Así, la fluidez del tránsito está condicionada por la personalisima capacidad del jugador para retorcer la columna, tensionada sobre esos dos extremos del eje hasta alcanzar el giro óptimo para cada golpe.
Ya se ha hablado de las caderas con abundancia aunque nunca suficiente, y aquí toca la cabezota, dura como una Inesis. La conclusión sobre mi experiencia, consejos y lecturas, es que la cabeza debe permanecer inmóvil, en la medida que lo exija el plano de rotación, pero sumándole un coeficiente de tolerancia para acompañar al hombro izquierdo en la subida (nariz al pie derecho o más), para volver enseguida a centrar la mirada en bola, y quedarse ahí hasta que es el hombro derecho el que en su "tránsito", libera el pestillo, dejando libre el pezcuezo. El problema, obvio y redundante, es reproducir el swing celestial que sale de vez en cuando, ese que ha transitado sin notar que se ha forzado nada.
Por eso deben existir las alfombras, los espejos, las varillas, los videos, los enteradillos y los artilugios que posibiltan repetir una y otra vez el gesto. Nada de lo que poder escapar, insaciables. Todos sabemos que al final, la función crea el órgano, menos en golf.
(editado para subsanar tíldes)