Un momento que cambia la historia frecuentemente requiere una combinación de condiciones y un evento singular que actúa como catalizador. Por ejemplo, Europa en 1914, una mezcla de tensiones étnicas, rivalidades políticas y conflictos expansivos. Entonces, la chispa que inició una reacción en cadena, el asesinato del Archiduque Franz Ferdinand, que al final llevó a una guerra mundial. En los Estados Unidos de 1958, el héroe de guerra – presidente Eishenhower, amaba el golf y hacía negociaciones en el campo. La expansión llevó a una emergente clase media, migraciones a la ciudades y a un aumento de la vida ociosa. En esta mezcla de condiciones llegó un rayo de luz que hizo del golf el deporte más cool en el planeta: Arnold Palmer ganó el Masters de 1958, y el juego del golf había cambiado para siempre. Desde luego no fue solo la victoria de Palmer por un golpe (4 bajo par, 284) lo que lo consiguió, si no también la forma en que se desarrolló el torneo y la personalidad del ganador.
Era el primer año en que a los soldados del cercano Camp Gordon se les ofreción entrada libre y fueron reclutados para llevar los tablones de resultaados en el Augusta National. En las tres primeras rondas, Palmer, un joven carismático veterano de los US Guard Coast, jugó para llegar empatado con Sam Snead. Palmer convenció a las tropas y la mayoría del resto de espectadores. Para cuando Arnold empataba con Ken Venturi en la mañana del domingo, el Ejercito de Arnie ya había oficialmente nacido, y su entusiasmo ayudó a llevar a Palmer a la victoria.
No quiere decir que todo fuese una travesía tranquila para Palmer. Cuando alcanzó el hoyo 12, el famoso par 3 de 155 yardas, en pleno Amen Corner (denominación dada por Herbet Warren en los días posteriores al Masters del 58), Palmer iba un golpe por delante de Venturi. Había llovido mucho los días previos, y el golpe de Palmer rodó por el green y acabó en el rough. Recurriendo a una regla local, Palmer argumentó que él podía aliviarse sin penalidad. Venturi y el árbitro no estaban de acuerdo, diciendo a Palmer que tenía que jugar la bola como estaba. Furioso, Palmer insistió en que él jugaría la primera bola como indicaban y entonces jugaría una segunda bola dropándose sin penalidad y que el comité de reglas decidiese después. El hizo un cinco con su primera bola y un tres (par) con la segunda. Cuando el partido llegó al tee del 13 (par 5) les informaron que alguno tenía el liderato por un golpe, pero no sabían quien de los dos.

Foto: Ken Venturi, izquierda, y Arnold Palmer hablando con los árbitros en el hoyo 12 durante el Masters del 58.
En el 13, Palmer ejecutó dos maravillosos golpes y metió un putt de 6m para eagle, mientras Venturi logró el birdie. Al acabar el hoyo, los jugadores recibieron una comunicación extraoficial de que Palmer ganaría la disputa del 12 y se le concedería el par. El mismo Bobby Jones les dio el ruling oficial en el hoyo 15. Claramente ofuscado, Venturi hizo bogey al 14, 15 y 16. Palmer hizo dos bogeys también, pero no importaba. En ese punto Venturi estaba muy atrás, y los únicos jugadores con posibilidades estaban con dudas en su juego.
Es correcto decir que la victoria de Palmer se cimentó en ese acto descarado de voluntad. Fue un primer ejemplo de su personalidad decidida y muy seguro de si mismo. No tomaría ningún riesgo, ensayo y error, y nunca perdería la fe en sus propias creencias y habilidades. Eso fue lo que le llevó a desafiar al árbitro y hace los dos golpes del 12, cosa que otros no hubieran hecho. Esta confianza en si mismo y naturaleza audaz le llevó al éxito dentro y fuera del campo.
En 1958, este magnetismo natural se mostró en televisión para todo el país, ya que el Masters era televisado por tercera vez en la historia. Los televidentes estaban invitados para seguir los tres últimos hoyos, y lo que se encontraron fue a un hombre de cintura estrecha y anchos hombres deslumbrando con su magnífico estilo. El rompió todas las ideas previas de lo podía ser un golfista, e hizo de este deporte una aventura atlética jugada en un deslumbrante paraje nacional. La gente claudicó frente a él y al juego. Frank Chirkinian, quien produjo el Masters para la CBS durante unos 40 años, ha dicho que el sabía que el golf tendría éxito como un deporte televisivo al ver a Palmer aparecer en la pantalla, viniendo por una colina, viendo su silueta con su pelo engominado y sus anchos antebrazos golpeando su pantalones como un cowboy.
Palmer ganaría después otros tres Masters y siete Grandes en total, además de marcar un nuevo estandar para los golfista (y todos los atletas) como una estrella mediatica que atrajo miles de nuevos fans y jugadores al golf. Nada ha sido lo mismo desde entonces.