Ayer viví en mis carnes 2 sensaciones sin precendentes en mi dilatada vida deportiva...
Se celebraba, nada más y nada menos, que la 3ª prueba del Triangular Masculino de la Comunidad Valenciana para mayores de 21 años.

Las 2 primeras pruebas, sin hacer nada de otro mundo, me colocaron muy arriba en la clasificación. (Sin hacer nada de otro mundo es 103 y 103 con hcp. de juego 21) Debo reconocer que las condiciones meteorológicas de la 2ª prueba fueron muy duras, con lo que esos 103 fue de los mejores resultados...
Pero lo mejor estaba por llegar...
Super-resumen para entrar en situación:
En mis 4 primeros hoyos del torneo (Medal) firmé par / cuádruplebogey / par / cuádruplebogey. Ahí queda eso.Acabé la primera vuelta con 57 golpazos.
Pero al ver que bajaba de 60 aún me animé y pensé que con una buena 2ª vuelta (de 42-43) podía estar en la pomada.
¿pomada? La que iba a necesitar ponerme en el recto, porque el hoyo 12 me dio a base de bien…

En el 10, hcp.1 firmo un Doblebogey debido al triputt, y tras el 11, par 5 hcp.5 con un putt de birdie de 5 metros que se quedó colgando del hoyo (mis compañeros me recomendaron que esperara a ver si el viento la metía…) pensé que mi afamado juego de salón había vuelto.
Me encaminé al hoyo 12, quizir, al maldito hoyo 12 con la ilusión de encarrilar la tarjeta, y con el deseo de mostrarle a los pollos que me acompañaban en la partida quién era Ratpenat. (Aunque sólo Roquet lo sabía, pues tuve el honor de compartir partida)
Hoyo 12, hándicap 80, salida oficial de amarillas 151, salida para el torneo: 6 metros menos de azules, es decir 116. Señores, estaba ante los 11.600 centímetros más largos de mi vida.
Frente a mí un océano que acababa 10 metros antes de green. Las matemáticas no fallaban, 100 de agua + 10 hasta green + 6 a bandera = 116.
Tras encontrar por el suelo el tee roto idóneo para la misión, coloco la bolita encima y me dispongo a golpear con mi h9 (con el que rondo los 120).
Primer intento: Chuletón. Bola pesada que vuela inexorablemente hacia el lago. Choff. Cara de tonto pensando que, así, nunca adecentaré la tarjeta…
Segundo intento: Decido no ponerme tee, ya que el suelo estaba mullidito y ponerme el palito con los hierros cortos me desconcierta un poco. Así que tras echarle la culpa al tee, decido tirar la bola de soslayo, como el que no quiere la cosa, sin darle trascendencia al momento. Cualquier reposo de la bola era bueno, ya que se avecinaba el golpe definitivo. El golpe con el que firmaría un 4 pese a la penalización del agua….
Me coloco frente a la bola, me concentro y….
Pem! Chuletón. Otro vuelo pesado, eterno, a cámara lenta, durante el que te da tiempo a pensar que sólo una extraña y solitaria ráfaga de viento huracanado puede dejarla al otro lado del agua…. Y choff!! Se acabó el sueño. Ni una triste brisa apareció durante el agónico vuelo….
Saco otra bola del carro, la elegida fue una Strata nueva de trinca. Sé que no me puede fallar. Es como los jugadores del filial, cuando los sacas desde el banquillo para que jueguen unos minutos de partido oficial… lo van a dar todo. Quieren gustar al técnico.
Y eso es exactamente lo que iba a pasar allí. Esa Strata era mi mejor aliada, quería convertirse en mi bola favorita. Quedarse conmigo hasta que a base de impactos se le borrara el nombre de su cara.
Tercer intento: Tiro a la remanguillé la Strata en el suelo, convencido de que el h9 seguía siendo el palo, no lo cambio, me coloco y catapúm! Esta vez sí que vuela. Mis compañeros se alegran, me jalean, me animan…. Un poco desviada del objetivo pero este vuelo es diferente, es alto y elegante… esta sí que sí! La Strata quería gustarme y lo estaba haciendo. Quería ser mía hasta perder su identidad, pero prefirió perderse en el lago…
Si hijos míos. Tras volar las pestilentes aguas pantanosas que me separaban del green, la Strata de los webs decide botar al otro lado y tras un momento de incertidumbre, se me pone a rodar hacia los patos del estanque! Esos seres alados que habían asistido impertérritos a cómo Ratpenat les incrementaba el nivel de agua a base de llenar de caucho el fondo. Esos patos que ya no pueden nadar porque hacen pie en el fondo. Que los muy cabrones han avisado a los patos de los aledaños de que en su lago pueden masajearse las palmas de sus patas caminando sobre mis bolas….

Desolado, ultrajado, humillado, y todos los –ados que queráis imaginar, me debato entre tirarme al lago, bucear y enterrarme con mis propias bolas hasta morir ahogado o clavarme un tee en los ojos, o ambas dos.
Pero la imaginación que atesoro, adquirida con muchas horas de lectura, me hace ver la luz.
Cambiaré de palo, si! Me meteré mi orgullo por el recto y cogeré un palo más, o dos.

Qué digo 2, que sean 4! En vez de un Pitch, un 6. Pero qué digo un 6, si lo rompí contra un árbol hace unas semanas y no tengo! Que sea un 5! 116 metros con un 5.
Menos mal que no me dejé llevar y recordé que, no sé por qué extraño misterio, me hago los mismos metros con un h5 que con un Pitch, y me pasa lo mismo con el h4 y h3. Los llevo para chips muy concisos.
Solución: El DRIVER.
Si señores, y no se me caen los anillos por reconocerlo. Esos 11.600 centímetros me los iba a volar con el Driver. Por mis santos colones.
Mis compañeros me partida me advirtieron que eso era una locura, otro se pensó que estaba “apartando” el driver de la bolsa para sacar otro hierro oculto. Otro dijo que la idea de hacer un medio golpe con el Driver, no era mala del todo (eso dijo, pero seguro que pensaba lo contrario)
Sólo Roquet, que vio mis ojos inyectados en sangre, sabía que de medio golpe nada. Lo que iba a suceder allí no tenía parangón en la historia de ese hoyo.
Cuarto intento:
Planto el tee a la altura habitual, y sin hacer un swing de prácticas que pudiera orientar a los testigos de la velocidad que pensaba imprimirle al palo, decido golpear la 4ª bola. Resultado: 180 metros, que pasaron por el lago en un abrir y cerrar de ojos. Menos mal que las lomas de detrás del hoyo pararon la bola, que en otras circunstancias podía haberse ido hasta los 200m.
La fortuna quiso que la bola parara tras un árbol, así que tuve que jugar un Punch con un h7, que para rizar el rizo, rodó y rodó pasando por debajo de las ruedas del carro de Roquet. A 10 metros de green hice un aproach y 2 putts, para firmar un glorioso 11.
Señores, no quiero alargar la despedida, porque la narración de esta crónica me ha dejado exhausto. La he escrito del tirón, sin parar a releer cómo estaba quedando. Ya añadiré detalles según os surjan dudas y comentarios.