De las primeras tres clases poco hay que decir.. o mucho, según se mire. Por decir algo, ya que estamos, diré que hasta la clase de hoy mi querido 'pro' lo más bonito que me había dicho es que tenía el swing de Paquirrín. Pero hoy todo ha cambiado.
Resulta que, entre clase y clase, he ido haciendo mis pinitos. Practicaba lo que me decía el pollo que tengo por profe, tratando de automatizar los movimientos y dejándolos fluir de manera natural hasta llegar a un estado zen o similar. Entre ésto, las clases y el visionado (7 veces en los últimos dos días) de 'La leyenda de Bagger Vance', he encontrado el suin o movimiento análogo. Como lo oís. Creo que es algo consustancial a mi ser, me fundo con el cosmos.
Bien, a lo que íbamos. Como siempre, media hora antes de que llegue el pro, empiezo con mi rutina habitual: saco un vasito de agua, me siento en un banco, me fumo un cigarro y pienso. Pienso mucho. Después, apurado el filtro, saco un leuro de bolas, unos estiramientos de hombros, muñecas y dedos, y me voy a darle matarile.
La primera bola de hoy se ha ido contra una garza que se encontraba plácidamente picoteando gusanos en el campo de prácticas. Tranquilos, más que el golpe ha sido el susto, ha salido volando sin problemas. Como no podía ser de otro modo, ha coincidido con la llegada del profe, que con su gracejo natural ha dicho: '¿Le has dado, peazo animal?' (un día contaré la especial relación que mantenemos mi pro y yo. Y no, no somos gays).
En fin, que me dice que empiece a tirar bolas, que coja el h8. Le arreo, sale para arriba describiendo una parábola perfecta, recta dentro de la calle y se va a tomar viento. El pollo se queda mudo y me dice: 'Dale a otra, a ver si lo haces igual'. Dicho y hecho: otra vez lo mismo, bolita por el aire en trayectoria parabólica perfecta, cayendo ande cristo perdió el gorro. El profe no decía nada, yo pensaba que iba a alabar mis golpes, pero el tío se va a su bolsa y saca unos prismáticos raros, y vuelve a decir: 'Tira otra'.
Lo mismo. Me coloco, y zuuumba parriba. Bolazo que te crio. En éstas, el pro coge los prismáticos y me dice: '144 metros'. '¿Comooor lo sabes, pecador? - le digo-. 'Porque ésto es un láser, inútil'. Claro, yo flipaba con la tecnología del pollo. Entre eso y un reloj rarísimo que lleva del que cuenta que mide la velocidad del palo y no se qué leches más estoy que me sorprendo mucho.
Total, que he seguido tirando bolas y solo me decía que cambiase de palo de vez en cuando. El tio callao, mirándome. En un momento dado saca una cámara de video y me filma ¿?¿?¿? Y me dice: '¿quien te ha dicho que gires así las muñecas? ¿Has visto algún video de Berni Els?'. Yo, como es de suponer, no tengo ni pajolera de quien es el tal Berni... de hecho, los únicos jugadores que conozco son Severiano Ballesteros y Juanito Oyarzábal, los dos ganadores del master de Augusta españoles (creo). Bueno, pues resulta que según mi pro es el tío que mejor suin tiene del mundo, y el mío se le parece. Yo seguía flipando, y en éstas me dice: 'Macho, tú ya estás para salir al campo'.

Dicho y hecho: me dice que coja la bolsa y nos vamos al tee del 17, un par 3, que nos quedaba cerca. Unos ciento setenta y pico metros, me ha dicho. Pongo la bola y me comenta que puedo meterle un palito debajo para que le atice mejor, me dice que le meta con el h6. Y aquí viene lo mejor: mientras empiezan a caer unas gotitas, le meto un palazo, la bola pasa por encima de una zona de maleza, sigue por encima de un puentecito y se va rectita hacia el green, quedándose a unos 20 o 30 metros del bujero. Im-prezionante.
Y entonces, cuando me estaba redimiendo por completo del estigma de Paquirrín, ha empezado a llover a lo loco. Temiendo por nuestras vidas, hemos sacado los paraguas, impermeables y demás, hemos ido a recuperar la bola y nos hemos ido al bar.
¿Una lástima no terminar el hoyo? ¿Pa qué? ¿Pa cagal-la?
