La mañana no invitaba a salir de casa, pero teníamos un partido de competición de la Liga de Huelva. Doce jugadores de Isla Canela dispuestos a la aventura pero sólo tres valientes del equipo rival, ¡y dispuestos a jugar para tratar de ganar sus tres partidos y empatar la eliminatoria! (Se juega a doble mejor bola). Al final decidimos no jugar y que el Comité de Competición dictamine una nueva fecha para el match.

No jugar la competición, pero sí decidimos jugarnos las cervezas. Así que… ropa de agua, y al campo. El agua nos dio una tregua… hasta que llegamos al punto más lejano del campo y aquello dijo ahí va agua. Como pudimos, nos fuimos, nos tomamos un café y… volvió a escampar.
Pues de nuevo al campo. Con un par de bajas respecto al grupo anterior, volvimos a las andadas. Par con sol al 1, boguie con viento al dos, doble boguie con chispeo y viento al tres, y otro doble con agua a cántaros en el cuatro. Desde las nueve de la mañana, eran las 13,30, ya habíamos logrado hacer ocho hoyos y coger dos mojadas, pero aún faltaba lo mejor.
Nos refugiamos en un puentecillo que pasa bajo una carretera y que conduce del green de 4 al tee del 5. Pero cada vez caía más agua. Estábamos a casi un kilómetro de la casa club o cualquier otro refugio y la manta de agua seguía apretando. El refugio, un paso semi-subterráneo, estaba empezando a inundarse, ya el agua casi llegaba a la batería del carro eléctrico de uno de los compañeros
Una llamada nos pregunta que dónde estamos y les respondemos que “jugando el hoyo 10, ¿por dónde vais vosotros?”. Tras unas risas, nos ofrecen un vehículo de mantenimiento del campo que vendrá a rescatarnos. Unos minutos después estábamos en la Casa Club. ¡Gracias Michel!

En esta misma mañana, en el entorno del campo, los bomberos efectuaron 24 intervenciones por inundaciones. ¡Y ahora dirán algunos que por qué no seguimos unos hoyitos más!