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1. Hay que tener objetivos ambiciosos

No simplemente deseos algo vagos del estilo “Quiero jugar mejor” sino objetivos específicos, moderadamente desafiantes parecen tener más éxito a la hora de aprender una habilidad motora. Algo como “quiero aprender a aplanar mi muñeca izquierda”. Los estudios han demostrado que los alumnos que se comprometen a largo plazo mejoran más que alumnos que empiezan a aprender algo sin ese compromiso. Los alumnos de música en el estudio fueron preguntados “¿Durante cuánto tiempo crees que tocarás el instrumento? “ Los que dieron una respuesta más a largo plazo mejoraron más durante su primer año de aprendizaje. ¿Cuál es tu compromiso con el golf?” Si te comprometes a jugar al golf durante toda la vida, acabarás mejorando más que alguien que tenga un compromiso más a corto plazo.

2. Hay que tener los pensamientos correctos a la hora de realizar el swing

Los estudios demuestran que los pensamientos durante el swing que se centran en algo externo al cuerpo, como por ejemplo el objetivo, el palo o el golpe a realizar (fade, draw etc) funcionan mejor que un enfoque interno en el cuerpo (los brazos, la espalda etc).
La clave está en convertir un pensamiento interno en uno externo por ejemplo, convertir “tengo que mantener las manos bajas en el arranque” a “a ver si consigo mantener la punta del palo a la misma altura.”
“Hay que girar la espalda” a “me voy a enroscar como un sacacorchos”

3. Hacer más clases

La gente que hace clases mejora más que la que no. Los estudios lo demuestran. El hándicap medio no ha bajado en 50 años pero sólo el 12% de los jugadores de golf hace clases. Un profesor debería poder acelerar el proceso de aprendizaje, fijando unos objetivos a conseguir, proporcionándote una idea clara del estado actual de tu swing y hacia donde quiere llevarte, si no busca otro.

4. Hay que utilizar parte de tu tiempo en el campo de prácticas para prepararte para jugar en el campo

El entrenamiento no debería consistir exclusivamente en un enfoque en la mecánica. Hay que dedicar tiempo también a practicar las situaciones en que te encontrarás en el campo. Podrías hacer un simulacro de la vuelta en el campo de prácticas. A la hora de chipear hay que variar los golpes, no siempre tirar hacia la misma bandera 20 veces sino ir cambiando de hoyo, de palo y de golpe para mejor replicar las situaciones en el campo.

5. Hay que entrenar

Una habilidad motora se tiene que repetir muchas veces para poder controlarla. Si pensamos en las horas que nos hemos dedicado a conducir el coche o las cosas cotidianas que hemos repetido miles de veces a lo largo de nuestra vida. El swing funciona igual.
Sin embargo, la simple repetición sin retroalimentación no sirve de gran cosa a la hora de mejorar porque simplemente estás aprendiendo ese swing sin saber si lo estás haciendo bien o mal. Hay que grabarte, hacer que alguien te compruebe la calidad del movimiento, utilizar un espejo, etc...
El ciclo sería: intento, recibir retroalimentación, realizar swings muy lentos sin bola comprobando la calidad del movimiento, swings más rápidos sin bola, bola delante otro intento y así hasta incorporar un elemento nuevo, aburrido quizás pero más efectivo que meramente tirando bolas sin un objetivo claro. Si estás intentando cambiar algo, la bola sobra.

6. Encuentra a alguien a quien puedes imitar

Nacemos con la habilidad de imitar y copiar. Nuestro cerebro viene programado para replicar. Los estudios han demostrado que programas de enseñanza que incluyen la visualización de las acciones a realizar son más efectivos que aquellos utilizan sólo explicaciones verbales porque aprovechan las propiedades de imitación del cerebro. La observación mejora directamente el rendimiento de los músculos a través de las células espejo que poseemos todos. ¡Entonces hay que sacar ese abono para el Golf + ya!


@ James Marshall

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