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Una de las características que define los deportes de lanzamiento de un objeto es la creación de ángulos en la subida (imagina un saque de tenis o un futbolista preparando un disparo, se dobla el codo o la rodilla respectivamente) para después retenerlos y a continuación desplegarlos para la máxima aplicación de la potencia en el momento del impacto. El golf comparte este mismo patrón de movimiento y este artículo intentará explicar su aplicación práctica.

Primero nos tenemos que preguntar por qué se crean estos ángulos en la subida.

La respuesta es para acercar la masa del palo, principalmente en la cabeza, al centro de rotación, así efectivamente pesa menos y se reduce su momento de inercia lo cual significa poder girar con más velocidad en la bajada y crear más energía en la cabeza del palo.

Las cuatro opciones más usadas en el swing de golf para crear ángulos en la subida son el codo derecho para el diestro, la muñeca izquierda, la relación entre el brazo izquierdo y los hombros y la relación entre la varilla del palo y el antebrazo izquierdo. A lo largo de la subida, estos ángulos se van aumentando y en los swings de los profesionales incluso aún más en la transición cuando el cuerpo cambia el sentido del giro y arrastra el codo derecho de vuelta a las costillas. Es este aumento de los ángulos y su retención en la transición que caracteriza la bajada de los swings de los profesionales y que hace que les sea posible llegar con las manos ligeramente adelantadas respecto a la cabeza del palo al momento del impacto y así de esta manera son capaces de impartir un golpe en bajada a la bola.

Los estudios que miden qué músculos intervienen en la bajada demuestran que para gestionar la transición los profesionales aprovechan mayoritariamente los músculos del lado izquierdo del cuerpo y no las manos y los brazos como los aficionados suelen hacer. Es este uso temprano de las manos y los brazos para bajar el palo que provoca una aceleración excesiva de los mismos y así la alineación precipitada de la varilla del palo con el brazo izquierdo antes de llegar al momento del impacto. Las manos y los brazos literalmente adelantan al cuerpo, rompiendo lo que sería la secuencia óptima que es piernas, tronco, brazos, manos. Es igual que una carrera de relevos y cada componente tiene que arrancar en el momento oportuno para poder coger el testigo.

Los profesionales, mediante la rotación y el desplazamiento del cuerpo transportan los ángulos creados en la subida en tacto más cerca de la bola para después desplegarlos en función de las necesidades del golpe elegido. Típicamente, al aficionado le falta esta transportación de las manos, el palo y los brazos y a consecuencia las manos acaban perdiendo la carrera a la bola a la cabeza del palo. El resultado de la llegada a la bola de la cabeza del palo antes de las manos son bolas impactadas en subida y con poca autoridad.

La clave para poder desplegar los ángulos creados en la subida de forma oportuna en la bajada es el grado de participación del cuerpo y la relegación de las manos a un papel secundario.


@ James Marshall

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