Quitemos las barreras


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Algunas veces nos preguntamos por qué el Golf no triunfa, o simplemente no tiene una mejor acogida en nuestra sociedad. En este año de elecciones territoriales y en la RFEG hemos visto como en todos los discursos de candidatos, incluido el actual Presidente, se planteaban acciones para mejorar el cambio de visión que la sociedad tiene de nuestro deporte, e intentar potenciarlo.

Tenemos que conseguir que sea un deporte más dinámico, que ocupe menos tiempo, y por qué no, que sea más fácil embocar la bola para aumentar el disfrute y no irnos a casa frustrados por no haber cumplido nuestro handicap. Recuerdo como algún campo ha tenido que cambiar las barras debido a las quejas, simplemente porque los jugadores no disfrutaban.


Personalmente creo que es bueno tener tradiciones y saber de dónde venimos, pero no a cualquier precio. Hoy en día el golf no es un deporte de la nobleza o la clase alta como podía ser hace tiempo. Hoy en día el golf es un deporte que cualquiera puede practicar, y que está al alcance de todos. Es cierto que necesita un mínimo de poder adquisitivo, pero como prácticamente cualquier deporte.

Tenemos que conseguir avanzar en paralelo a la evolución de la sociedad, no hay peor cosa que seguir anclado en el pasado con la excusa de que siempre ha sido así. Desgraciadamente de vez en cuando nos vemos salpicados por noticias que están fuera de esta época, o mejor dicho noticias que pertenecen a otra época.

El año pasado vivimos como un campo mítico escocés, como es Muirfield, vetaba la pertenencia de las mujeres al club, aún sabiendo que no podrán optar a disfrutar de el Open británico en su club sin cambiar sus estatutos.

En estos momentos, en otra esquina del planeta estamos sufriendo los mismo coletazos de actitudes reductivas en aras de proteger una tradición conservadora quizás desubicada en el tiempo. Estamos hablando de Tokio, donde los socios privados del campo que tenía previsto albergar los JJOO de 2020 “Kasumigaseki Country Club”, han decidido en votación no permitir que las mujeres sean miembros de pleno derecho, conservando así una cláusula estatutaria que no permite jugadoras los domingos.

Tanto Muirfield como Kasumigaseki son instituciones privadas, y por lo tanto pueden votar lo que sus socios consideren oportuno. Pero hay que intentar separar estas actuaciones privadas y minoritarias de lo que debería ser la postura generalizada del entorno del Golf en su aspecto más amplio, que ha respondido en ambos casos con contundencia y sin vacilaciones ante estas discriminaciones.


A título personal, no puedo evitar compartir que empieza a dar miedo esta sociedad, donde el proteger lo nuestro está por encima de todo y de todos. Hoy en día lo primero que nos encontramos en muchos clubes son unas barreras cerradas a cal y canto, que pretenden proteger su intimidad, su patrimonio, su coto cerrado y reducido, como efecto secundario el establecimiento de barreras infranqueables para que más gente pueda ser partícipe de dicho disfrute.

Esperemos que los clubes eliminen las barreras, o que por defecto estén siempre abiertas y que inviten a pasar, a disfrutar de este maravilloso deporte. Y lanzo un mensaje para abrir las mentes y cambiar estatutos con cláusulas en muchos casos venidas de décadas, si no siglos, anteriores al entorno social y cultural del siglo XXI, donde encontramos una sociedad cada día más abierta y plural.


@Alanch
Antonio Lancho

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