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Jordan Spieth, 18 minutos para recordar que podía ganar el Open



Ese es el tiempo que transcurrió el domingo en Royal Birkdale para que Jordan Spieth, el niño maravilla, transformara lo que podía haber sido recordado como otra de las grandes derrotas en lo que será recordado en una de las mejores victorias en un Open.

Porque de recuerdos va la cosa, porque de recuerdos está llena nuestra cabeza, recuerdos que ocupan nuestra historia vital y recuerdos que van y vienen en cortos espacios de tiempo.

Los recuerdos que ocupaban la cabeza de Jordan Spieth en el tee del hoyo 13 no eran ya los recuerdos positivos de las tres jornadas anteriores, estos recuerdos se fueron desvaneciendo a medida que iba cometiendo errores y el sitio que tenemos en nuestra cabeza para esos recuerdos que van y vienen se iba llenando de recuerdos negativos hasta llegar a colapsar su mente y pegar un golpe tan malo que ni los responsables de marcar los límites del campo podían pensar que ocurriese.

JS recordará para siempre uno de los golpes más malos de su carrera como el desencadenante que propició su primera victoria en un Open.

Hay recuerdos que duran toda la vida y recuerdos que van y vienen, cuando estos recuerdos son negativos tienen mucha fuerza, se van apoderando de nuestra mente como si de un veneno se tratase y cuando intentamos abrir la puerta del lugar donde los guardamos para expulsarlos lo que conseguimos es que estos recuerdos negativos empujen hacía fuera cualquier resquicio de pensamiento positivo que nos pudiese quedar y entonces es el fin, lo consiguieron, los recuerdos negativos se adueñaron de nosotros.

¿Qué paso entonces en el hoyo 13 de Royal Birkdale?

Jordan estaba adueñado de pensamientos negativos, eran ellos los que dirigían sus actos, se iban alimentado con cada recuerdo del jugador haciéndose cada vez más fuertes pero llegó el momento más temido para los recuerdos negativos, el momento del no recuerdo.

Un mal golpe propició una situación tan anormal, tan surrealista que JS tuvo que dejar de recordar para centrarse en esa situación, su mente se vio obligada a dejar de pensar en esos recuerdos durante 18 minutos, las idas y venidas, las charlas con su gran caddie, con los árbitros propiciaron de manera fortuita, o no, que utilizara el único arma que tenía en ese momento para luchar contra los recuerdos negativos.

Para borrar los recuerdos negativos hay que dejar de pensar en ellos, dejar de alimentarlos para que se autodestruyan y eso fue lo que consiguió hacer la mente privilegiada de JS en esos 18 minutos. Una vez destruidos, el espacio de su mente para los recuerdos que van y vienen quedó desbloqueado para ir llenándolo de los pensamientos positivos que le llevarían en volandas a la victoria.

Nunca sabremos que hubiera pasado de haber podido jugar la bola sin tener que dropar pero lo que si sabemos es que se dio la oportunidad de cambiar los recuerdos y la aprovechó.

A veces, 18 minutos bastan para cambiar la historia, porque los recuerdos son sólo eso, recuerdos.

Erbolu
@WBolumar

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